Fundas cubre sofás, la solución ideal para cualquier modelo

Las fundas cubre sofás están pensadas para esas personas que quieren proteger su sofá para que no se estropee la tapicería pero que no quieren taparlo por completo. Quizás también porque las fundas elásticas no se adaptan del todo bien a unos muebles con formas poco convencionales o quizás porque tienen zonas de almacenamiento que tendrían poco acceso con una funda completa, como es el caso de los sofás que guardan butacas en la zona lateral.

Este tipo de fundas son en realidad tres piezas de tela rectangulares, una grande, que ocuparía prácticamente toda la zona de asientos excepto un par de franjas laterales, y dos piezas más pequeñas para los reposabrazos.

Pueden encontrarse en diferentes medidas para adaptarse a sillones individuales y hasta a muebles cuatro plazas y en una gran variedad de colores para poder realizar combinaciones de todo tipo. Incluso hay fundas para sofá que tienen en el cubre brazos uno o dos bolsillos para poder guardar los mandos a distancia.

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Tres consejos para escoger bien las fundas cubre sofás

-El color de las fundas cubre sofás debe de hacer contraste con el color del sofá. No se trata de disimular el hecho de que hay una funda, sino más bien de que se perciba el contraste entre la tapicería y la tela. No es aconsejable, por tanto, escoger fundas cubre sofás en tonos parecidos a la tapicería.

-Hay que tener en cuenta otros elementos decorativos, como las cortinas. Si en la decoración del salón se han escogido cortinas o una alfombra en un tono a contraste con el sofá se debe de tener en cuenta al elegir la funda, procurando que sea de ese mismo tono. Así no se estará jugando con un número excesivo de colores.

Si, por el contrario, la decoración del salón es en un mismo tono, podrá optarse por una gama más amplia de colores que contrasten en las fundas cubre sofás.

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-Puede comprarse más de una funda para conseguir diferentes combinaciones. Si el tono de las fundas cubre sofás es a juego con las cortinas o la alfombra, al llegar el verano se puede variar, especialmente si también se cambian las cortinas por otras más frescas. Si hace juego exclusivamente con la alfombra y esta se retira en verano, también permite más libertad para jugar con los colores.

En general, durante el invierno los tonos tostados y oscuros suelen ser más recurrentes, mientras que en verano se prefiere cambiar a colores más alegres y frescos, incluidos los estampados.

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